Baixamar
Primer embarque. Es Patró Lluch  Lluís Cabrises Caules  (16/04/2009)
    En el año 1936 en plena guerra civil nos mudamos de la casa dónde vivíamos desde la calle Sant Rafel ( sa costa de baixamar) a otra del Camí des Degollador.

    En aquellos tiempos las casas no tenían agua corriente y se tenía que ir a buscar a una fuente( salvo las que tenían cisterna y recogían el agua de lluvia) que estaba situada en la calle Degollador tocando la Cuantramurada. Acudían vecinos de la calle Alcántara, de la plaza Colón y de Ses cases noves .En dicha esquina había una fábrica de zapatos que, a causa de la guerra había tenido que cerrar; llevaba por nombre. 'Mercadal Hermanos' , por cierto este edificio existe todavía, la fuente ya no.

    Me fijé un día que en la otra parte de la Cuantramurada, entre las calles Puríssima y 9 de juliol, paseaba sobre la acera, regularmente, un señor que se apoyaba en un bastón porque se había quedado ciego. Era alto y delgado y tenía el porte de un caballero. Todas las personas que pasaban a su vera lo saludaban diciéndole:-'Hola, patró Lluch' y él contestaba siempre con mucha cortesía.

    Al ser pública la fuente a la que acudíamos y además única en aquella zona, siempre había mucha gente haciendo cola para poder llenar de agua, baldes, jarras y otros utensilios para uso doméstico, de tal manera que la espera se hacía larga.

    Un día me acerqué a saludar a dicho señor, él después de contestar a mi saludo me preguntó como me llamaba y de dónde era. Al explicárselo me contestó que conocía a mi familia desde el abuelo hasta mis tíos ya que también eran gente de mar.

    A partir de entonces, cada vez que podía, iba junto a él pues siempre me contaba anécdotas de cuando era joven y navegaba, y de cuando hizo el servicio militar. A medida que me ganaba su confianza, más cosas me explicaba y me dio consejos sobre barcos y sus vivencias que yo, como profesional, disfrutaba de escuchar.

    Poco a poco empecé a grabar en mi memoria todo lo que me relataba. Comenzó a navegar a los catorce años embarcado en el 'pailebot-vivero Antonieta Sancho, con travesía a Cerdeña dónde cargaba langosta para el puerto de Marsella y costa sur de Francia. Más tarde embarcó en Barcelona con la polacra-goleta María Angela Sensat para Montevideo, allí se presentó voluntario a la Marina de Guerra Española embarcando en la corbeta África.

    Una de tantas maniobras que me narró fue la que se llevó a cabo duranter la salida a la mar del Ramón Carranza, fragata de la armada española:

la voz del comandante al oficial y de éste al contramaestre.

Larga el aparejo.
Gavieros y juaneteros a pié de jarcia.
Gente a la cruz. 'Arriba'.
Y una vez arriba:
¡Gente fuera!

    Salían sobre el marchipié 1hacia el penol de la verga. Al estar todos en posición, el contramaestre decía:

'Listos para largar'
El oficial añadía: -aparejo largo.

    Se quitaban tomadores, arriaban apagapenoles brioles, cayendo el paño, cazando escotas, produciéndose un sin fin de ruidos, roces, chirridos de roldanas, quedando las velas al viento. Y se braceaba. La voz de mando:

Gente dentro a la cruz.
¡Gente abajo!
!Iza gavias y juanetes! largando foques y estays, quedando el buque navegando con todo el aparejo largo.

    Me explicó esta y otras muchas maniobras, las cuales quedaron para siempre grabadas en mi memoria, hasta el presente.

    El patró Lluch se licenció de la armada siendo Cabo de mar en octubre de 1.892. Le concedieron el nombramiento de Patrón de Cabotaje de 1ª clase, sin límite de navegación.

    Una vez en Ciutadella hizo su primer viaje como Patrón en el pailebote GALATEA a Argel. Más adelante y siempre como Patrón con el NUEVA ESTRELLA (matrícula de Ciutadella), con la goleta de velacho VALENTINA, también con el PAQUETE CIUDADELANO y el pailebote COLON, este último era el que armó el Banco Mercantil, haciendo la línea Ciutadella-Barcelona, que además de la carga transportaba los avales y valores del Banco servicio postal y pasaje, pues disponía de cuatro camarotes para cuatro pasajeros. El COLON era auxiliado por una máquina de gas pobre, alimentada por medio de una caldera, que fabricaba el gas utilizando madera de encina. En uno de esos viajes, habiendo permanecido en puerto de Ciutadella a causa del mal tiempo esperando que amainase, salió una mañana para Barcelona y al remontar el Cabo de Baños encontraron marejada fuerte del norte, navegando por tanto con el aparejo largo y la máquina; hacían un camino de tres a cuatro nudos. Al mediodía entraron de guardia los marineros Antonio Massanet y Gabriel Camps Sintes, mientras el Patrón permanecía en cubierta. Antonio Massanet miró por la popa y dijo: todavía se ve Menorca, al rato lo volvió a repetir, a la media hora lo mismo y el Patrón algo molesto, muy serio y tajante le dijo: Toni no mires más por la popa, mejor mira la proa por si ves Montjuich. Se acabó hablar de Menorca.

    Durante su dilatada carrera como Patrón nunca perdió ningún barco bajo su mando. En este período comenzó a tener problemas de visión, y cuando le atendió un oftalmólogo, era ya tarde y nada se le pudo hacer para recuperar la vista.

    Me explicó, también, como se amarinaba un pailebote con mal tiempo, con las velas que se debía navegar si en lastre o cargado y, haciendo honor a la verdad, cuando embarqué en los pailebotes de Ciutadella de marinero en el ARNALDO OLIVER al mandó del patrón Gabriel Camps Sintes, ralizábamos las maniobras tal y como me narró. Después de tantos años seguí recordando los consejos que me dio.

    El Patrón Gabriel Camps Sintes fue discípulo del Patrón Lluch por ello teníamos algo en común.

    Embarqué en 1947 con la balandra y media MARIA MAGDALENA, matrícula de Ibiza al mando del Patrón Antonio Benejam (es Patró Caragol). El barco era vivero e íbamos a pescar langosta a las Islas Columbretas e Isla de Alborán entre la costa(cabo de Gata) de Almería y la costa norte de África (cabo de Tres Forcas). A causa de una avería en el motor por el mal tiempo, en una ocasión, en la isla de Alborán perdimos los aparejos de pesca, nasas, redes y una ancla que rompió la cadena a causa de un fuerte tirón. Dejamos el aparejo en el mar Llegamos de arribada a Melilla confiando que mejorara el tiempo y a esperar que el Armador, al que había telegrafiado el Patrón , mandase dinero pero no envió ni un céntimo. Así terminamos los fondos y víveres. Al no tener aparejos para pescar, tampoco pudimos afontar los gastos del puerto. El patrón decidió hacernos a la mar a la vela para Barcelona, a los siete días de navegar llegamos a destino, dando por terminado tan desastroso viaje.


    Lluís Cabrisas Caules. Ciutadella, Noviembre de 2003.






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