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El Pontón COLUMBUS y la Sociedad Anónima "Depósito Flotante de Carbones de Barcelona".  Manuel Rodríguez Aguilar  (01/02/2012)
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Original propiedad Manuel Rodríguez Aguilar

  Hace ya bastantes años, una solución para algunos buques que se hacían viejos e inútiles para la navegación, y que les permitía prolongar su vida marinera, era la de servir como pontón flotante en los puertos. Eso fue lo que le ocurrió a nuestro protagonista, que se dedicó durante varios años a surtir de carbón a otros buques con la finalidad de que sus compañeros de fatigas sí pudieran navegar.

  Al comienzo del siglo XX, la recién creada Sociedad Anónima Depósito Flotante de Carbones de Barcelona, presidida por Rómulo Bosch i Alsina y con Kendall Park y Park en el puesto de gerente, adquirió en Glasgow una antigua fragata construida en roble y pino, de 1.600 toneladas de Registro Bruto y 2.500 toneladas de Peso Muerto. Su destino iba a ser el puerto de Barcelona para servir de depósito de carbón. A finales de diciembre de 1901 hacía su entrada a remolque la fragata, que fue renombrada COLUMBUS. Enseguida comenzarían las obras de adaptación. La primera tarea consistió en el desmantelamiento de todo el aparejo, salvo los palos machos. Además, en la cubierta se abrieron tres grandes escotillas para un fácil acceso al carbón, tanto en las operaciones de aprovisionamiento como de descarga.

  Su principal elemento de descarga era una grúa locomóvil fabricada por la casa británica Grafton & Co., de Bedford, que era lo más moderno que había en ese momento. Gracias al montaje de una vía férrea de unos 30 metros de longitud, la grúa podía desplazarse por su propia fuerza a través de la cubierta y atender a las tres escotillas. La grúa podía izar un balde de 600 kilogramos por minuto, lo que le otorgaba la apreciable capacidad de acarreo de unas 35 toneladas a la hora. Asimismo, se le instaló un equipo ordinario compuesto por una maquinilla de vapor, alimentada por una caldereta independiente, que daba servicio a dos puntales montados en la base del palo macho central. 

  El pontón COLUMBUS fue inaugurado oficialmente el 3 de mayo de 1902, asistiendo al acto numeroso público y autoridades. Se le autorizó a ocupar un sitio en el antepuerto, fondeado con dos anclas por la proa y amarrado por popa mediante cables a una isleta. La Sociedad Anónima “Depósito Flotante de Carbones de Barcelona” podía ofrecer a sus clientes carbón de procedencia británica y española. Las perspectivas económicas de sus propietarios eran muy halagüeñas y colocaban al puerto de Barcelona, cuya importancia comercial aumentaba día a día, en lucha directa con el de Gibraltar, al que pensaba arrebatar una cantidad sustancial de negocio.

  Tras el éxito del COLUMBUS en Barcelona nacieron sociedades similares en otros puertos españoles, como Valencia, Cádiz, Vigo, Ferrol o Bilbao. La mayoría de ellas fueron constituidas por los mismos propietarios de la Sociedad Anónima “Depósito Flotante de Carbones de Barcelona”. En el año 1912, el puerto de Barcelona contaba con dos pontones carboneros, el COLUMBUS y el PEPITA, que por entonces se encontraban fondeados en la parte Sur del muelle de San Beltrán. El pontón PEPITA, de la misma saciedad catalana, era la antigua fragata THEODORE KANT, de 2.000 toneladas de Registro Bruto y perteneciente a la casa Jané.

  A primeros de marzo de 1915, las bodegas del COLUMBUS contenían unas 3.000 toneladas de carbón. Pasadas las diez de la noche del jueves 4 de marzo, en algún lugar del pontón se declaró un incendio. El único hombre de guardia no se dio cuenta del momento ni del punto exacto porque enseguida el incendio adquirió proporciones considerables. El COLUMBUS, lleno hasta los topes de combustible, se convirtió en una antorcha, iluminando con sus enormes llamas una buena parte de la Ciudad Condal. El espeso humo que desprendía formó una nube, que en poco tiempo consiguió abarcar una gran extensión.

  El fuego era imparable y a las doce de la noche se cayeron los palos con gran estruendo. Algo más tarde, las amarras que le mantenían fondeado faltaron y el pontón quedó a la deriva. El peligro de propagar el fuego al pontón PEPITA (que estaba a unos 50 metros) y a otros buques próximos era muy importante y las autoridades empezaron a preocuparse de verdad. Ya no podían dejar que el fuego simplemente se consumiera, porque los bomberos, que iban a bordo del buque-bomba nº 2 de la Junta de Obras del Puerto, no conseguían resultados positivos y había que buscar algún sistema que acelerara la extinción. Por ello, las autoridades consiguieron del Ejército dos cañones. Ambos fueron situados en el muelle y sus artilleros se prepararon para apuntarlos por debajo de la línea de flotación. Antes de efectuar los disparos detectaron que acababa de abrirse una vía de agua en el pontón. Eran las cuatro de la madrugada. Ya no había nada que hacer y en pocos minutos el COLUMBUS acabó por hundirse.

  Las causas del incendio no pudieron averiguarse oficialmente. No obstante, se consideró que tenía origen accidental y, posiblemente, fue ocasionado por “algún contacto de los hilos conductores de electricidad”. Tanto el pontón como su cargamento estaban asegurados, valorándose en 300.000 pesetas los daños en el casco y la carga.

  El miércoles 7 de julio de 1915 aparecía en La Vanguardia la siguiente noticia: “Solicita de la Comandancia de Marina: Don Kendall Park y Park, gerente de la Sociedad Depósito Flotante de Carbones de Barcelona, un pasavante para poder trasladar a Cádiz la lancha (sic) COLUMBUS, la cual saldrá remolcada por el vapor MISERICORDIA, el próximo jueves”. A la vista de la noticia, el pontón COLUMBUS habría sido reflotado y se remolcaría a Cádiz para un destino desconocido.

  Al  COLUMBUS lo sustituyó el pontón LORENZO, una corbeta de la casa Pelegrín Vidal, que un temporal en aguas de las Islas Baleares lo había dejado desarbolado. Entró en servicio como depósito flotante en el mes de agosto de 1915.


 


Nota del Editor:  Manuel Rodríguez Aguilar, escritor e investigador marítimo, goza de una larga nómina de artículos publicados además de dos libros, cuya lectura recomendamos encarecidamente.  Una muestra de su obra puede verse en la página de Juan Manuel Grijalvo.



 



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